30 enero 2006

Libro de autoayuda



Discursosconversaciones de cómo enfrentar la vida de mejor manera me parecen ridículamente graciosos en este momento en el cual yo no estoy en condiciones de enfrentar la vida, ésta me tomó ventaja y me enfrentó a mí, me encaró, me dio un par de cachetadas y me retó a duelo ¿Qué le puedo decir? ¿Me puedo oponer? ¿Le puedo decir “no, gracias, tal vez más adelante”?... nada, NO por respuesta, recibí el golpe y no acepté, solo me quedé a ver este duelo como un protagonistaespectador, que incómoda posición, estar enfrente de un espectáculo tan malo que ni siquiera su protagonista quiere presenciar, pero aquí estoy, no sé en que round vamos, pero me están dando una paliza de proporciones, creo que he asestado uno o dos golpes, pero he recibido una lluvia de ellos.

Discursos de cómo enfrentar la vida tipo libro de autoayuda no me hacen falta, no me hace falta escuchar los consejos del tipo hayquesonreirporquelavidabienllevadaesbella, basura, nadie me dice que mañana no va a ser peor, y el que me lo dice no le creo y lo miro con cara de queingenuoqueeres y digo “si, claro, algo bueno resultará de todo esto”, absolutamente no convencido de lo que estoy diciendo.

Qué más da, muchos discursos me segurán dando mientras la vida me da una paliza de proporciones en este duelo televisado en vivo y en directo para todo mi ser.

Estado natural



Incertidumbre vuelve a pesar como si nunca se hubiera ido, nunca se fue, solo se tomó un descanso.

Vuelvo al estado de neuronascatatónicas que tienen sentido de la realidad pero no se pueden mover, no porque no quieran, sino porque no las dejan.

“how many roads must a man walk down?”, ya llevo varios a cuestas, o quizá son muy pocos, pero bastante pesados, en pendiente tan inclinada como un terreno en Lo Barnechea (chiste cruel), mucha pendiente y poco oxigeno. Me ahorcan y me ahogo y me sueltan y no alcanzo a respirar, me ahogo y no me dejan avanzar.

Las cosas vuelven a su estado natural… incertidumbre y ahogo.

¿Recuerdas como sonreía la luna?


¿Te acuerdas como sonreía la luna?
Hoy la luna me sonrió como la vez en que los dos la imitábamos y nos reíamos con ella. No me dijo nada, solo me sonrió. Espero que cada vez que veas a la luna sonreír te acuerdes de mí.
La sonrisa de la luna se convirtió en cómplice de nuestros juegos y conversaciones de miradas.
Quiero leer en esta sonrisa nocturna el futuro tuyo y mío, sólo le pedí nuestra felicidad, pero la luna no concede favores ni deseos, solo sonrisas y complicidad. Tú y yo leemos la sonrisa de la luna y vemos más que eso, nos vemos a nosotros sonriendo en la luna.
Recuerda mirar a la luna recuérdala sonreír recuérdame sonreír nunca olvides sonreír nunca te olvides de mi.

P.S: Debo aprender a no transformar los bellos recuerdos en melancolía, debo aprender a dejarlos intactos y a no marchitarlos con lágrimas de lo que pudieron haber sido. Debo aprender a recordar y sonreír, y debo aprender a recordar y no llorar… como la luna.