Despintor desfrustrándose
Desimagino paisajes para no estar donde me puso el guionista aquel de esta historia absurda llamada vida.
Desimagino paisajes que estoy viendo, diluyo edificios como acuarelas reventadas de agua.
Los observo a través de la ventana e imagino sus colores diluirse hasta desaparecer.
Ahora desimagino los árboles, también su verde se descorre desvaneciéndose en el lienzo de la ventana. Imagino las nubes cayendo, el cielo cayendo. Todo desaparece hasta convertirse en nada blanca a través del lienzo al cual este mentando autor nombró ventana.
Una especie de bomba atómica que a su paso borra toda la Creación, lenta, una por una, todas las cosas se desvanecen, en rojo, un rojo que con el rápido paso se transforma en el más cegador blanco, un blanco/nada.
Imagino mundos míos sobre la tela blanca, mundos rodeados de agua, y rocas desde donde pueda observar, donde solo el viento me pueda tocar, donde solo el viento me pueda hablar, ni guionistas ni parodias de mi propia vida, solo el viento y el mar y la roca en la que estoy sentado.
Maríasborrachasescuchanbolerossinsaberquesonobservadas
Un trío de borrachos simpáticos discuten a lo lejos por el equipo de sus amores mientras pasa un triciclo con sonido estéreo dignificando algún bolero, la vista es lo más cercano a lo que sería un programa de televisión frecuencia AM.
Las cortinas se van cerrando una a la vez mientras la María del cerro se ríe recordando las maldades que vio hoy a sus pies.
Los borrachos se ponen serios y la luna se pone seria, madura ella, llena ella, y mira a los borrachos, mira al triciclo con su bolero, mira las cortinas cerradas y mira a la María del cerro y me mira a mi.
¿Qué pensará la luna mientras nos mira toda seria ella? Ahora no se ríe como hace unos días lo hacía, ahora es una luna madura ya crecida que sonrió y ya vio muchas cosas durante su ciclo de maduración.
Creo que la luna no sonríe porque piensa
Creo que la luna piensa mientras mira.
Mira borrachos, mira Marías, mira cortinas, me mira a mí, tiene toda la noche para pensar mientras pasea.
Los borrachos se despiden y yo pienso en los pensamientos de la luna.
¿Qué dirá la luna de mi? ¿Se sentará a conversar con alguien de las cosas que vio durante la noche?
Puede que le hable a la María,
puede que le hable a los cerros,
puede que le hable a los triciclos,
pero a mi…
solo me mira.
Mejor así, lo único que podría decirle a la luna es que por favor sonría.
Sin expectativas
Lo bueno de esta situación es que la gente ya no espera cosas de mí, las expectativas ya dejaron de ser el gran peso que eran cuando yo también las tenía, es grato no tener que dar explicaciones de por qué las cosas no resultan como se esperaban, es grato no tener que pensar en que explicaciones dar, solo hacer las cosas, y si no resultan (como siempre), solo me importa a mi, y eso da igual.
Desearía no tener que dar explicaciones en nada, pero obviamente nada es como se espera y es mejor pensar que algo es algo.
A pito de nada hace algunos días escuche una frase en televisión a la cual le encontré toda la razón… “La vida es como una gran patada en la cara”, cuando la escuché pensé en que yo debería haber escrito eso antes de haberla escuchado, no fue así pero no importa, siempre tomo frases prestadas, esta será una nueva. Le encuentro toda la razón porque la vida te duele, te deforma, te deja cicatrices que no puedes ocultar y te hace cada día mas feo… una vil patada en la cara.